Por MANUEL PÉREZ YRUELA *
La definición de lo que es el Tercer Sector (TS) es a la vez fácil y difícil. Difícil, porque lo integran entidades muy diferentes desde el punto de vista de su misión, objetivos, actividad, origen y fórmula jurídica que adoptan. Fácil, porque cuando se analizan estas entidades se comprueba que comparten algunos rasgos que permiten agruparlas bajo una misma etiqueta conceptual que puede ser la de TS. Estos rasgos son el no tener como objetivo principal el lucro; estar orientadas hacia el bienestar social mediante la producción de bienes, la prestación de servicios, en especial para atender problemas sociales, y la defensa de los derechos sociales y humanos; tener formas de gobernanza participativa y democrática, grado de vinculación apreciable con los territorios y comunidades de las que surgen y canalizar el voluntariado como parte de sus recursos humanos. Para concretar se trata de entidades como las cooperativas, las mutualidades, las organizaciones privadas sin fines de lucro (OPSFL) también llamadas ONG`s, las asociaciones, las fundaciones, las empresas sociales y las más recientes surgidas del desarrollo de la economía solidaria, circular y colaborativa, que adoptan fórmulas jurídicas diferentes.
El origen de estas entidades se puede rastrear históricamente en dos grandes motivaciones: la utilización de la ayuda mutua y la cooperación como formas de acción colectiva para resolver problemas y necesidades sociales, que están en el origen de las cooperativas, mutualidades y entidades similares, que tradicionalmente han sido lo que se conoce como economía social; la canalización del altruismo y la generosidad de las personas para ayudar a los demás. Estas dos motivaciones las han estimulado históricamente dos grandes corrientes ideológicas: la formada por el socialismo utópico, el anarquismo, el socialismo y el comunismo, que las han utilizado de forma diferente según los casos, que ha terminado por asumir que debe ser el Estado el único responsable de las funciones que estas entidades tenían; la formada por el cristianismo a través de la virtud de la caridad, en el nivel individual, y la doctrina social de la Iglesia en el nivel social, que trata de eximir al Estado de su responsabilidad en estos problemas y trasladar su solución a la sociedad. Hago esta referencia simplificada a los orígenes remotos del TS porque su evolución y situación actual ha estado condicionada por ellos.
Se han producido cambios históricos que han alterado la situación en la que se desenvuelve el TS: la asunción por parte de los estados de la responsabilidad del bienestar social de sus ciudadanos a través del concepto de Estado Social de Derecho, recogido en las constituciones de países social y democráticamente avanzados; las dificultades de los sistema de bienestar creados por estos países para reconocer y atender la variedad y complejidad de los problemas sociales de sus sociedades; el crecimiento de las entidades del TS que se ha producido en estos países al margen de influencias religiosas y políticas para practicar la ayuda mutua, canalizar el altruismo cívico y promover la defensa de derechos; la necesidad creciente de mejorar la calidad de nuestras democracias facilitando que la sociedad civil pueda articularse y corresponsabilizarse de los asuntos colectivos en beneficio de la comunidad, a lo que TS puede contribuir.
El TS ha crecido en este contexto, abriéndose paso entre el Estado y el mercado, cumpliendo funciones importantes en ámbitos muy diversos, sin tener el reconocimiento institucional acorde con ello. Para tener una idea de esta importancia pueden servir, a modo de ejemplo, los datos siguientes.
El Tercer Sector de Acción Social en España (TSAS) tiene unas 30.000 entidades. Está muy polarizado según el tamaño, en 2018 casi la mitad de las entidades tenían ingresos inferiores a 30.000 € y sólo un 8,5 % pasaban del millón de euros. El 75% de las actividades del sector se centran en la acción social, la inserción social y la atención sociosanitaria. En 2018 sus ingresos alcanzaron 16.583 millones de euros, un 1,37 % del PIB de España; el 41,4 % es financiación pública, el 26% es financiación privada y el 32,6% es financiación propia. Empleaba a 577.230 personas, el 3 % del total de empleos de España; el 62,4 % de las entidades tenía alguna persona contratada. Contó con la colaboración de un 1,05 millones de voluntarios y realizó 42 millones de intervenciones directas. El indicador del número de trabajadores del TSAS en países de nuestro entorno refleja que en España está menos desarrollado, por debajo de Países Bajos (10,3), Reino Unido (5,9), Alemania (5,4) y Dinamarca (4,9). No hay datos disponibles sobre el TS en Andalucía.
Es razonable pensar que el Tercer Sector sea un pilar importante de la estructura de nuestras sociedades, junto al Estado y el mercado, que forme parte de la sociedad civil y canalice la participación ciudadana en ciertos asuntos colectivos.
En cuanto a las cooperativas, en 2017 había en España 20.958 cooperativas. Que empleaban 319.792 trabajadores. Dos tercios de esos empleos (66,4 %) eran del sector servicios, algo más de un quinta parte (22,4%) del sector industrial, una décima parte de la agricultura (10,2 %) y un 3,1 % de la construcción. En el sector industrial, la proporción de trabajadores de las cooperativas es seis puntos porcentuales mayor que la media española y en el sector de servicios nueve puntos menor, lo que indica una estructura más próxima que la media del país a un modelo productivo con mayor peso del sector industrial. En Andalucía había unas seis mil cooperativas y sociedades laborales, que representaban el 20% del total y el 19 % de los trabajadores. Las cooperativas agrarias son las de mayor tradición en España. Han cumplido y siguen cumpliendo funciones muy importantes en el proceso de modernización de la agricultura y de la sociedad rural, especialmente en el caso de Andalucía. En España hay grandes grupos cooperativos (Mondragón, COREN, Cajamar…) pero el cooperativismo también está menos desarrollado que en los países de nuestro entorno.
Las asociaciones son el campo organizacional del que se tiene menos información accesible. Entre 1993 y 2012 las asociaciones activas de ámbito estatal crecieron mucho, pasando de 9.190 a 44.20612. Entre las asociaciones activas, las culturales eran la mayoría (40%), seguidas a bastante distancia de las de carácter económico y profesional (18%), las de acción social, sanitaria y educativa, incluidas las de atención a enfermos y dependientes (16 %) y las deportivas, recreativas y de jóvenes (11 %). El grupo que más creció entre esos años es el de acción social, sanitaria y educativa.
Por todo ello es razonable pensar que el TS sea un pilar importante de la estructura de nuestras sociedades, junto al Estado y el mercado, que forme parte de la sociedad civil y canalice la participación ciudadana en ciertos asuntos colectivos, complementaria de la participación electoral, necesaria para mejorar la calidad política e institucional de la democracia. Para acometer la tarea de hacer esto posible sería necesario desarrollar estas ideas en el contexto de una teoría normativa de la democracia que abordase el tema de la participación formal más allá del derecho al voto, el reconocimiento institucional del TS y la regulación de sus relaciones con el Estado como corresponsable del diseño y aplicación de ciertas políticas públicas y la incorporación a la estadística pública de las operaciones necesarias para conocerlo y poder así gestionar mejorar su regulación y sus relaciones con el Estado.
El debate sobre este tema podría centrarse en cuestiones como las siguientes:
¿Qué rasgos definen al TS que existe en las sociedades contemporáneas?
¿Debe existir un TS que colabore con el Estado en la definición y gestión de políticas públicas?
¿Cabe pensar en una teoría normativa de la democracia que incluya al TS, como se incluyen otros como el empresarial, el sindical, el político…?
¿Cómo deben delimitarse las relaciones entre el Estado, mercado y TS?
Manuel Pérez Yruela Este texto es un resumen que puede ampliarse en los trabajos siguientes: Pérez Yruela, M. (2016) Pérez Yruela, M. (2019) Panorámica del Tercer Sector durante la crisis en España. Madrid, Infome FOESSA, 2019; “El Tercer Sector: economía social y entidades no lucrativas”, en Torres, C, ed., España 2015. Situación social. Madrid, CIS: 888-900; Pérez Yruela,M. y G. Rodriguez Cabrero (en prensa). “Tercer Sector y Economía Social y Colaborativa en las sociedades contemporáneas. El caso de España”, en CSIC, Proyecto sobre retos científicos: una sociedad global y sostenible.
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