Por ANTONIO NARBONA
EN 1950, G. Salvador se percató de que las mujeres de Vertientes y Tarifa, dos pequeñas localidades granadinas, tenían fama de «bien habladas» entre
las poblaciones vecinas «por hablar con las s» y no ser yeístas, a diferencia
de los hombres, que pronunciaban ¿han yegao ya loh niño de la´hcuela? como la mayoría de los andaluces y muchos que no lo son.
En 1981, recién aterrizado en Córdoba, fui invitado a un peró(l), y el anfitrión, un prohombre de la ciudad, tras los saludos de rigor, indicó, cortésmente, dónde se encontraban «las mujeres», y allí dócilmente se encaminó la mía.
Casi nada en común hay entre uno y otro hecho, pero es probable que hoy la discrepancia lingüística en esas aldeas de la provincia de Granada se haya esfumado, y casi seguro que la reacción de quien nos acogía en su finca cordobesa resultaría «políticamente incorrecta».
Esta columna salió publicada originalmente en el diario ABC de Sevilla el 24 de abril de 2021
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